Categories
Uncategorized

Carolina Heritage: un viñedo sostenible

Viñedos verdes: haciendo vino sostenible

Megan Suggs

Cuando Pat Colwell vio por primera vez su propiedad de 35 acres en Yadkin Valley, la maleza dominaba las colinas, impidiendo el acceso a una vivienda en el centro de la finca. Esta graja familiar abandonada supuso el fin de una larga búsqueda, donde ella y su marido Clyde han comenzado un negocio de vinicultura ecológica.

Mientras tanto, en Navarra…

¿QUÉ ES LA VINICULTURA ECOLÓGICA?

Este artículo ha sido traducido desde el inglés.

Clyde quería montar un viñedo tras jubilarse, a pesar de la falta de experiencia agrícola de la pareja: él había sido profesor y ella se acababa de jubilar de IBM. El objetivo de Pat era, por un lado, servir a la comunidad y, por otro, ayudar a mejorar el medio ambiente.

“Lo único que se me ocurrió que aunara ambos deseos fue optar por un viñedo de agricultura ecológica”, explica Pat.

Durante la búsqueda de viñedos, los Colwell consultaron a expertos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, quienes les indicaron que la vinicultura dentro del estado no podía ser orgánica. Y es que la humedad favorece el crecimiento de hongos y plagas, como el escarabajo japonés, que destruyen las hojas de la vid.

A pesar de estos consejos, Pat se mantuvo escéptico. Antes de que los europeos pisaran Carolina del Norte, la uva muscadina florecía sin ayuda. ¿No podría volverlo a hacer?

En 2005, los Colwell compraron una granja abandonada, desbrozaron la maleza y las moras silvestres que dominaban el terreno y plantaron sus primeras vides. En 2008, el Departamento de Agricultura de EE.UU. certificó su negocio como ecológico, bajo el nombre de Carolina Heritage Vineyard and Winery. En 2021, los Colwell, con la ayuda sus empleados, cosecharon nueve toneladas de uva procedentes de su plantación de cinco acres y medio. La mitad de esas vides son moscadinas, y la otra mitad son híbridas de variedades americanas y europeas. La cosecha vino con suficiente holgura como para dejar algunas uvas en las viñas tras producir los lotes de vino de este año.

Elegir la uva adecuada es la clave del éxito en su viñedo, sostenible desde el punto de vista medioambiental y económico. Cada vez que la pareja encuentra un vino que les gusta, plantan una pequeña cepa para ver si puede sobrevivir al clima cálido y húmedo de Carolina del Norte. Si la pequeña muestra tiene problemas, no plantan más en su viñedo.

Pat confía en que Carolina Heritage pueda continuar con su producción sostenible a pesar de cualquier alteración meteorológica futura causada por el cambio climático, ya que su viñedo no utiliza químicos.

Mark Hoffman, especialista en pequeños frutos de la Oficina de Extensión Cooperativa de Carolina del Norte, explica que elegir la uva adecuada para el lugar es la mejor manera de que un viñedo sea sostenible. Aunque la demanda puede ser alta para los vinos de uvas europeas como Riesling, Chardonnay o Merlot, estos necesitan asistencia química para soportar el calor y la humedad del sureste.

Las vides pueden vivir entre 20 y 40 años. Hoffman explica que los agricultores deben investigar cuidadosamente qué tipos de uva son adecuados para el suelo y el clima de su propiedad. Los propietarios de viñedos no sólo deben tener en cuenta cómo es el clima local ahora cuando plantan las vides, sino que deben pensar en cómo será el clima de Carolina del Norte dentro de unas décadas.

Las “zonas de rusticidad” que determinan qué plantas prosperarán en cada lugar se están desplazando hacia el norte en respuesta al cambio climático. Hoffman explica que las uvas que ya necesitan asistencia química en Carolina del Norte serán insostenibles a medida que aumente la temperatura media del estado. La aplicación de pesticidas, herbicidas y fertilizantes no sólo será poco sostenible para el medio ambiente, sino también en lo económico.

Las variantes de uvas autóctonas e híbridas serán más fáciles y baratas de mantener. Los híbridos de uvas europeas y americanas serán vitales para la industria vinícola en un clima más cálido.

“La genética europea aporta el sabor y la americana la resistencia”, afirma Hoffman.

Los patrones climáticos también afectan al sabor del vino. En verano, la diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas de Carolina del Norte es menor que en Europa. Hoffman afirma que la temperatura y la evaporación influyen en los niveles de ácido y azúcar de la uva. Cuanto más calor haga, más rápido madurarán las uvas y habrá más azúcar y menos acidez. En otras palabras, un vino elaborado con uvas cultivadas en Europa no tendrá el mismo sabor que un vino elaborado con la misma variedad de uva cultivada en Carolina del Norte.

Turismo verde

El Programa de Turismo Verde de Carolina del Norte reconoce a aquellos viñedos que deciden aplicar prácticas sostenibles.

Carolina Heritage ostenta la máxima calificación posible en este programa, gestionado por el departamento de Calidad Ambiental del estado. Pat Colwell, sin embargo, se muestra escéptico sobre que todos los viñedos y bodegas “verdes” utilicen realmente prácticas sostenibles.

El director del programa, Tom Rhodes, explica que un comité revisa todas las empresas candidatas. Para solicitarlo, los propietarios identifican sus prácticas sostenibles. El comité otorga puntos en función del esfuerzo y las inversiones puestas en marcha. El desarrollo de prácticas ecológicas abarca un gran rango: desde imprimir documentos administrativos utilizando ambas caras del papel, hasta crear un refugio de vida silvestre en la propiedad o no utilizar pesticidas. Las prácticas sostenibles pueden parecer caras al principio, pero en muchos casos sirven para ahorrar dinero a largo plazo. Según explica Rhodes, muchas medidas –como asegurarse de que las tuberías no tienen fugas o aislar un calentador de agua— sirven para ahorrar recursos al negocio.
”Los viñedos ecológicos permiten ahorrar dinero y suelen atraer a más visitantes”, afirma Rhodes. “Porque la gente quiere ser verde… y emborracharse”.

En un soleado día de otoño, los viñedos de Carolina Heritage estaban casi completamente desnudos, pero el aparcamiento estaba lleno apenas una hora después de abrir. Mientras un numeroso grupo de degustaba diversas muestras, un arpista y un flautista tocaban en un rincón, y una pareja charlaba mientras bebía su vino. A pesar de las dudas auguradas por los expertos cuando los Colwell iniciaron sus vides, su sueño de gestionar un viñedo que nutriera la tierra en lugar de agotarla es ahora realidad.