El impacto del cambio climático en España
Natalia Morlán
Entre las consecuencias más notables por el cambio climático en España se encuentran la subida del nivel del mar, el aumento de las sequías, la desertificación, o las olas de calor en verano y de frío en invierno.
Muchos de estos impactos ya son patentes y seguirán avanzando en el futuro, con un previsible aumento en la tasa de desertificación, el número de incendios e inundaciones, o la falta de recursos como el agua potable o suelo fértil para cosechas.
Una de las zonas más vulnerables ante la crisis climática en España es la cuenca del Mediterráneo, una zona cero donde se notarán las sequías, la falta de agua dulce y la subida del nivel del mar, con un aumento de la temperatura de sus aguas, generando un impacto que golpeará a esta región de forma especialmente virulenta.
Desde el siglo XX, la temperatura de nuestro planeta ha aumentado más de 1º C, según el análisis de temperatura que se realiza desde 1880 por científicos del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA. El Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas anunció la alerta roja para nuestro planeta y, por tanto, para la humanidad. Los datos del año 2020 indicaban que fue el año más cálido en la península Ibérica desde que hay registros, seguido por agosto de 2017. Las cuencas hidrográficas del noroeste peninsular rozan frecuentemente valores alarmantes nunca antes vistos (menos del 40 % de su capacidad) y aquellas que suelen sufrir un estrés hídrico acusado, como la cuenca del Júcar o la del río Segura, en ocasiones rondan el 10 % de su capacidad.
Otro de los efectos más preocupantes que sufriría España a causa del cambio climático es la posibilidad de que el nivel global del mar suba tres metros de aquí al año 2100. Si el nivel del mar sube tres metros, una gran parte de Barcelona, Málaga, A Coruña o Santander se verían inundadas, Doñana se perdería, al igual que la mayoría de las Rías Baixas, y el delta del Ebro desaparecería.
Por otro lado, el 75 % del suelo español está en proceso de desertización y se prevé que un 20 % de lo que hoy está a salvo se vería en riesgo dentro de 50 años. Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha y prácticamente todo el Levante ya presentan una gran proporción de suelo que podría degradarse, y esto afectaría negativamente a las actividades agropecuarias y a los ecosistemas. La pérdida de suelo fértil aumentaría la vulnerabilidad de todas las especies, incluida la humana. Se crearía una gran crisis de la agricultura tradicional que desplazaríaa más personas a las ciudades, elevándose los niveles de contaminación de estas áreas y motivando que el cambio climático siga retroalimentándose.
Además de la subida de las temperaturas y el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos, se han analizado 72 peligros, entre los que se encuentran los recursos hídricos, las costas, la salud, el turismo, la agricultura y la ganadería, la energía y el transporte. Estiman que 35 de esos riesgos deben considerarse urgentes, por ejemplo, el peligro de disminución de los caudales de los ríos y la reducción de la disponibilidad de agua dulce, debido a las sequías. Y, relacionado con ese impacto, el riesgo de reducción en la producción de energía hidroeléctrica debido a los cambios de precipitación y temperatura.
La consecuencia más directa del cambio climático para el ser humano se produce en el ámbito de la salud, ya que se prevé un aumento de enfermedadesque pueden dar el salto desde el mundo animal a los seres humanos. También habrá un incremento de enfermedades transmitidas por mosquitos, como por ejemplo el dengue, la fiebre amarilla, la fiebre del Nilo y la fiebre del Zica. Además, se apunta a la necesidad de que se tomen medidas para contrarrestar los daños relacionados con el estrés por calor (aumento de la mortalidad y la morbilidad.
Acciones individuales para limitar los efectos
Todos estamos de acuerdo en que hay que actuar rápidamente y que hay que poner en marcha medidas de adaptación, por lo que en la Conferencia de las Partes (COP21) de diciembre del 2015, 195 países aprobaron diversos objetivos para reducir los gases de efecto invernadero y mitigar y adaptar los efectos del calentamiento global.
El Acuerdo de París tiene por objeto evitar un calentamiento global de más de 2° C por encima de los niveles preindustriales y continuar los esfuerzos para limitarlo a 1,5° C. Los ciudadanos españoles deben adaptar sus actividades y estilos de vida para limitar su impacto en el clima, reduciendo las emisiones de carbono. ambién hay consecuencias que pueden reducirse si todos aportamos nuestro granito de arena de manera sencilla, por ejemplo, usando medios de transporte sostenibles, teniendo una dieta más sana y variada, escogiendo una compañía eléctrica verde y optimizar nuestro consumo de energía.