El quebrantahuesos, una leyenda con los días contados
Gabriela Paños Castro
En la edad media en Europa, el quebrantahuesos simbolizaba la muerte, la regeneración y el sufrimiento. En la actualidad, sin embargo, las poblaciones de esta legendaria ave se hallan diezmadas debido a la caza, la deforestación y el cambio climático.
Durante la Alta Edad Media en Europa, se conocía al quebrantahuesos como al grifo o el fénix legendario, por sus curiosos ojos rojos y su plumaje naranja, que creían un signo de regeneración física y espiritual. Se le consideraba un ave agorera de la muerte y del sufrimiento, como el cuervo y el buitre.
En la actualidad, ya no la consideramos un ave asesina, pues desde hace varias décadas, su población, al igual que muchas otras especies de vertebrados, ha ido decreciendo a causa de la caza, la deforestación y el cambio climático. Ahora nosotros somos un peligro para ellas y no al revés. Del catálogo de vertebrados de Navarra, podemos distinguir 16 especies en peligro de extinción. Entre ellas, las aves más relevantes son la avutarda, la perdiz nival, el avetoro y el quebrantahuesos.
En el caso del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), en Navarra contamos ya con planes de recuperación de la especie en la comunidad autónoma, ya que se trata de una especie que, debido a sus particularidades y recientes condiciones de vida, ha visto mermado su número hasta una peligrosa cifra.
El quebrantahuesos, también llamado buitre barbado, es un ave rapaz hermosa y de gran envergadura, de la familia de los buitres. Pero, a diferencia de lo que la mayoría de personas piensa, su apariencia es la más singular de entre sus congéneres. Pese a compartir con sus hermanos la particularidad básica de su dieta: la necrofagia. Es decir, que se alimenta de cadáveres de animales; los quebrantahuesos son casi exclusivamente osteófagos se alimentan de los huesos de los animales que cazan. Pero, esta ave no se come solo el tuétano, como tendemos a pensar, sino que se alimenta del hueso entero y de los tendones. Y si estos son demasiado grandes para ingerir, los lanza desde las alturas para que se partan en trozos más pequeños. De ahí su nombre.
En comparación con los otros buitres, el Gypaetus Barbatus, tiene una figura inconfundible: las alas estrechas, una cola larga y la cabeza repleta de plumas pardas o negras, dependiendo de su edad. Tiene una envergadura de entre los 275 cms y los 300 cms, y suele pesar entre 4’5 y 7 kgs. Las crías y especímenes jóvenes poseen una cabeza de plumas negras que va aclarándose conforme crecen. Allí donde los buitres comunes tienen la cabeza desnuda para poder comer directamente de los cadáveres de animales y no infectarse las plumas con esa suciedad, los quebrantahuesos las tienen, ya que no entran nunca en contacto con la carne muerta.
El quebrantahuesos es un ave de gran longevidad, pudiendo alcanzar con facilidad los 10 ó 12 años en perfectas condiciones. Durante todas las etapas de su vida su cuerpo sufre cambios reseñables como el paso de color marrón del iris a un blanco lechoso, o el de su plumaje moteado en tonos grises y marrones a un vientre y cuello naranjas.
Estas aves no presentan dimorfismo sexual, a diferencia de la mayoría de las especies de aves que existen, lo que los hace difíciles de distinguir. Además, al ser tan longevas, solo copulan una vez al año, presentan un ciclo reproductor dilatado en el tiempo respecto a otras especies aladas y suelen poner solo uno o dos huevos. Desde la puesta de huevos hasta que los polluelos abandonan el nido transcurren unos 120 días. Los nidos suelen estar compuestos por dos o tres adultos, generalmente dos machos y una hembra; lo que se conoce como unidades de crianza poliándrica.
Al dar a luz a tan pocas crías por núcleo familiar, no es raro que la especie haya perdido densidad, sobre todo en la zona del Pirineo, que nos ocupa. Pero esa no es la única razón por la que el quebrantahuesos es una especie en peligro de extinción en Europa. La principal causa de mortalidad en esta especie se debe al uso ilegal de cebos envenenados, que comprometen gravemente su crecimiento y colonización de nuevas áreas. Otra de las causas de muerte no natural entre los quebrantahuesos son los accidentes con líneas eléctricas en zonas montañosas que frecuentan o la construcción de infraestructuras que rompen con el hábitat natural de muchas especies.
Sin embargo, es de celebrar el hecho de que, en la temporada de 2019-2020, la Comunidad Foral de Navarra ha batido un récord de productividad en la cría y protección de quebrantahuesos desde que se tienen registros (1980). Gracias al Plan de Recuperación del Quebrantahuesos en Navarra, se ha conseguido que siete de los nueve territorios estén ocupados con éxito por esta especie, con puesta de cuatro pollos donde antes su presencia era nula. Esto es un gran logro, pues se ha conseguido incrementar el número de quebrantahuesos en un 64% desde 1984; llegando ahora hasta los 1000 individuos aproximadamente. De estos, un 34% son individuos reproductores, pero la cifra va aumentando cada año.
Gracias a la labor del Gobierno de la Comunidad Foral de Navarra, hemos logrado devolver la esperanza de vivir a una especie que peligraba hasta hace solo 5 ó 6 años, pero el trabajo no ha terminado. Y desde luego aún hay muchas especies, no solo de aves, que se han visto y se verán afectadas en los próximos años, por la actividad humana, la subida de las temperaturas y la caza deportiva, entre otras causas. Afortunadamente, estas especies están ahora protegidas en su mayoría.